lunes, 24 de marzo de 2008

Erika (II)


La lluvia de nuevo. Golpeaba su rostro, su vestido blanco, su esperanza. Aquella noche el aire estaba muy frío. No podía sentir nada. Solo dolor. A lo lejos oía las suaves melodías de una fiesta agitada. Hace unos minutos había salido de allí corriendo. Odiándose a sí misma. Por todas las cosas que había dicho esa noche. Por su mala suerte. Por que ya no tenía a Oscar a su lado. Por que esta noche el estaba en la fiesta con la chica del vestido rojo. Desde allí miró el cielo, y sólo veia gotas caer sobre ella. Y soledad. Mucha soledad.

Hacía mucho viento ese martes. Erika tuvo un mal presentimiento. Desde que Oscar saliera de su casa, hasta esa parada en el bar, hasta aquella siesta en la puerta del Aula. Todo parecía indicar que ese, no sería su día. Oyó a Miguel al otro lado del pasillo y se despertó de pronto. Cuando horas después, Marta salió corriendo de la clase, sintió despertar de verdad. ¿Qué hace esta loca? Pero entocnes sucedió. A los minutos fue Oscar quién pidió permiso para salir de clase. Erika sintió, en ese momento, que lo había comenzado a perder.

Más lluvia y más viento. Las semanas pasaron lentas, implacables contra ella. El chico por el que suspiraba se ocultaba entre excusas invisibles. El cartel de fiesta de campus brillaba por los pasillos y Erika sentía que los pasillos querían encerrarla, huir de ella, ponerle trabas. Oscar se perdía en la gente. Una noche, se perdió demasiado, y descubrió a su amiga Claudia, allí, en el despacho. Cuando vio a su profe Miguel teniendo sexo con ella sintió frío. Y después soledad, sentimiento de espía, de persona no invitada. Huyó, huyó todo lo que pudo. Ningún bar quiso devolverla a la cama. Sólo una llamada la consiguió devolver. Un nos vemos allí. Después de siete días, o más, nos vemos allí.

Erika salió corriendo, y en su cabeza solo veía a Marta correr despavorida. Y a Oscar saliendo detrás de ella. Esa imagen la perseguía, no la dejaba marchar. Erika probó a correr, tal vez así alguien saldría detrás suya, buscándola con ahínco. El café calentito le anunció un calor que necesitaba. Un calor tranquilo. Pero el espejo se empañó. Oscar soplaba muy fuerte desde el exterior. Y erika volvió a sentir frío.

Frío era el sentimiento que esa quedada le produciría. Frío era el suelo en el que yacía. Frío era el cubata de más que se bebió contemplando la corbata bailando con el vestido rojo. Frío era el hijo que Miguel presentó junto a su mujer en el campus. Frío era el hielo en el que ahogó su soledad. Su única amiga. Frío era el micrófono con el que anunció en mitad de la noche que Miguel era un cabrón por acostarse a escondidad con su amiga. Fría era la bofetada que Marta le dio cuando quiso decirle todos los secretos sexuales que Oscar había tenido con ella. Fría fue la mirada de él, de su él, cuando con rabia le escupió que se fuera de allí, pedazo borracha. Fría fue la lluvia mojando sus lágrimas saliendo de esa fiesta horrible. Y frío fue el suelo que acogió su golpe, frío fue el coche que se la llevó por delante y que la obligó a estar así, mirando el cielo, viendo como la lluvía la empapaba de soledad extrema.

2 comentarios:

Serendipya dijo...

Estremecedor...

ME encanta el relato... como lo escribes plasmando las sensaciones de los distintos personajes... como lo enlazas...

Anónimo dijo...

me alegro de que te guste, tengo preparadas mas entregas....